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Blue_ Triste

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  Este cuadro, ejecutado en acrílico, transmite una profunda tristeza, acentuada por su paleta de colores potentes y oscuros. El azul y el negro compiten por dominar la superficie, cediendo a regañadientes algo de espacio a otros tonos. Iñaki trabaja sin boceto previo, confiando en su capacidad para trasladar directamente al lienzo la imagen que habita en su mente. De rasgos simples y escuetos, el rostro se entrega al color; las comisuras caídas de la boca y la mirada baja confirman que la tristeza es honda y autosuficiente. Ni el extravagante gorro verde, ni la máscara amarilla, ni los destellos rojos del contorno logran alegrar la composición. ¿Qué te atormenta tanto, misterioso extraño? Natalia.

Bajo el cielo

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  Los dibujos de Iñaki son, a veces, provocativos. Nos invitan a reflexionar sobre la manera en que el artista percibe el mundo. En este cuadro, podemos observar cómo las palabras se transforman en imágenes. Se trata de dos historias entrelazadas: una dentro de la otra. No vemos el rostro completo de quien habla, solo una parte de su cara; sus labios reflejan incredulidad o duda. Él narra la historia de un hombre que, a su vez, explica algo, acompañando sus palabras con gestos que indican el tamaño de aquello que describe. Detrás de él, se aprecian una montaña, el mar y un cielo violeta intenso que lo envuelve todo, atravesando los límites de su relato y del propio cuadro.   Natalia.

¡Adivina!

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  A Iñaki le gusta dibujar rostros parcialmente ocultos; en este caso, detrás de una mano cerrada. La parte central del dibujo representa una cara con ojos muy grandes y una sonrisa pícara, como si dijera: ¡Adivina! ¡Adivina qué tengo en mi mano! El resto de la imagen juega con luces y sombras en una audaz combinación de amarillo, púrpura y negro. Una línea naranja destaca algunos relieves del rostro, mientras que una línea negra añade un toque final a la composición. ¡Adivina! es una caricatura realizada con ceras y rotuladores en 2025, y forma parte de la colección " Momentos". Natalia.

¡Eureka¡

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Este dibujo cautiva por su poderosa combinación de líneas y colores intensos, entrelazados con gran dinamismo. Como es habitual, el autor logra involucrar al espectador en un juego visual de espacio y perspectiva. La mirada se desliza por los detalles, intentando distribuir los elementos entre el suelo y las paredes. Una silla representa el único mobiliario de la habitación, mientras que, tras la ventana, las luces de la ciudad irrumpen con fuerza en el interior. En primer plano, aparece un hombre con la uña del dedo índice iluminada, como si fuera una bombilla. Este detalle, junto a las pestañas dibujadas en forma de rayos y los bigotes destacados, hace que el título del cuadro surja de manera natural: ¡Eureka! Alguien acaba de encontrar una solución...

Tranquila, amiga

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La composición del cuadro da mucho en qué pensar. Se representan dos personas que observan el mismo paisaje, pero lo perciben de formas muy distintas. Una contempla una pradera verde y una montaña bañada por los rayos del sol; la otra, en cambio, solo ve un mar de lágrimas y está sumida en una profunda tristeza. Ambas miran hacia lados opuestos de una misma realidad. Sus rostros están pintados y el cabello decorado al estilo de tribus indígenas, como si el autor buscara conectar con nuestro yo más genuino, despojado de la influencia de la sociedad moderna. El gesto que se representa no es tanto de consuelo como de protección: quiere resguardar a su amiga del mundo exterior. La intención es darle todo el tiempo que necesite para recuperarse y volver a ver el mundo tal como es. —Tranquila, amiga. Es un tributo a una amistad que dura toda la vida. Natalia

La soledad y el perro

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 El nombre de este dibujo es muy sugerente: muchas veces huimos de la soledad comunicándonos con las mascotas. Son la compañía perfecta para no sentirnos solos. Como siempre, en este dibujo observamos las características del estilo de Iñaki: pocos colores, reflejos de unos objetos proyectados en otros como destellos de color y un contorno discontinuo, transmitiendo la intención del autor de dejar espacio a la imaginación de los observadores. Visualmente, la imagen se divide en dos: la derecha, llena de color, y la izquierda, monótona y oscura, que cobra vida gracias al perro, que aporta calidez y equilibrio. El amor no siempre lleva el nombre de una persona…

De regreso al pueblo

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Este dibujo, en tonos pastel y con una ligera asimetría, captura la atención con el encanto de la historia que sugiere.  Un viajero regresa a su pueblo, pobre y cansado. Sobre el joven se reflejan los destellos del cielo azul, como un eco de la realidad. Mientras tanto, el pueblo se baña en una luz amarilla resplandeciente, una promesa de la paz tan ansiada. Tal vez el chico se pregunte si valió la pena dejarlo todo, partir durante tantos años y regresar con las manos vacías. ¿Qué dirían sus padres? ¿Lo recibirán con los brazos abiertos o la sombra de su mirada de reprimenda lo seguirá cada día? Natalia