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Deseo de volar

En este dibujo, realizado en tonos rosa, verde y naranja, observamos a una madre levantando a su hijo y ayudándolo a volar.

Los colores elegidos refuerzan el mensaje del artista: el naranja de los cuerpos simboliza el espíritu aventurero, el verde que los envuelve transmite crecimiento y esperanza, y el rosa, que lo impregna todo, evoca la imaginación y lo onírico.

En la vida de cada uno de nosotros, el apoyo de quienes nos rodean es clave para un desarrollo sin límites y una felicidad auténtica. Las palabras adecuadas pueden abrir caminos y romper barreras. La historia esta llena de ejemplos: Thomas Edison, Marie Curie, Ludwig van Beethoven, Wilma Rudolph, entre otros.

“Volar, sin saber cómo. Este era el mayor deseo del pequeño Pedro. Pasaba días enteros observando a los pájaros, mariposas y libélulas. Miraba sus manitas y le preguntaba a su madre por qué él no tenía alas.

Al principio, su madre le explicaba que cada criatura tiene un cuerpo distinto, adaptado a su entorno y a su modo de vida. Pero las preguntas no cesaban, surgían miles de nuevos “por qué”. Entonces, la madre aprendió a devolverle las preguntas, y con el tiempo fue Pedro quien comenzó a buscar las respuestas por si mismo.

Su deseo de volar se convirtió en juego infinito de inventos: construía trajes y accesorios, y cada prueba se convertía en una aventura, en un cuento donde él era el héroe que salvaba su tierra de piratas o dragones. Pedro sobrevolaba fértiles campos, frondosos bosques y ríos llenos de peces. Luego, con entusiasmo, le narraba a su madre todo lo que veía, con lujo de detalles.

En todos sus relatos, la madre era la reina a quien los héroes, a quienes Pedro representaba, traían valiosos obsequios. Un día era una flauta que tocaba sola, otro día un vaso que siempre tenía agua, o un búho que conocía todas las respuestas.

Acompañando a Pedro en cada aventura, la madre no tenía ninguna duda: un día, su hijo volaría de verdad.”

Natalia

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