Luchador
Por fin llega el día tan esperado: la fiesta del pueblo. Por tercera vez se organiza la Lluita del Bac, y estoy decidido a ganarla, como ya hice en los dos años anteriores. Mi abuelo era un luchador nato. Mi padre, en cambio, no lo fue. Tuvo que emigrar al extranjero con mi madre hace muchos años, rompiendo el lazo con nuestras raíces. Me dejaron al cuidado de mis abuelos para poder trabajar los dos. No les guardo rencor. Tuve una infancia feliz. Mi abuelo era estricto, pero justo. Lo que más disfrutaba eran esos momentos en los que, junto a mi mejor amigo, aprendíamos de él el arte de la lucha, un legado que le había transmitido su propio abuelo. Era muy reservado con esas enseñanzas; siempre decía que nunca se sabe cuándo podrías enfrentarte a alguien que conozca tus secretos. La lucha es lo que más me apasiona. Me siento completo, absolutamente feliz, cuando me encuentro frente a un contrincante. Cada maniobra es un juego mental, un baile preciso: distraer con movimiento...