Recuerdos.


 DULCES RECUERDOS

Vivimos en un mundo en constante movimiento.

Cuando somos pequeños, parece que el mundo gira a una velocidad diferente. Basta con observar a un bebé para verlo con claridad. Todo lo examina con mucha atención, lo quiere coger con sus pequeñas e inexpertas manitas, para girarlo y chuparlo. Lo menea, siente cómo se mueve y empieza a hablarle, esperando que el objeto le revele su esencia. El mundo deja de girar mientras la criatura lleva a cabo su descubrimiento.

Sin embargo, a medida que crecemos, perdemos este poder de observación. Muchas cosas las damos por sentado. Las conocemos, ¿por qué perder más tiempo? Si hemos visto el amanecer miles de veces, ¿por qué mirarlo hoy? Que el sol salga hoy unos minutos más tarde que ayer… Que el cielo se despierte de forma diferente... Que las nubes, que cubren todo el horizonte hasta donde alcanza la vista, avisen con reflejos cambiantes de rojo y naranja la inminente aparición del sol...Que con cada instante descubramos este continuo y maravilloso movimiento del nuestro astro, despertando la vida con su calor. ¿Qué más da?

No podemos dedicarles tiempo. Hemos visto estas maravillas miles de veces. En cambio, nuestra mente ya está en otro lugar: en el trabajo, planificando las tareas del día, repasando que hacer después. La compra, la comida, ver un nuevo episodia de nuestra serie preferida… Para no perder nada de lo importante, vemos las noticias mientras comemos. Revisamos las fotos de nuestros amigos en Instagram o Facebook mientras nos dirigimos al coche o hacemos la cola en el supermercado.

Tampoco nos gusta recordar. No tenemos tiempo. Ahora es tiempo de vivir; los recuerdos son para la gente mayor, que no tiene otra cosa que hacer.

Yo sí que quiero recordar a mi abuela. Como me alimentaba con el mejor melón del mundo. Tenía solo tres años. Era un día soleado del verano. Puedo sentir el sabor, el olor y el zumbido de las abejas. Me acuerdo del tacto de sus manos, que me cuidaban con tanto amor.

Quiero recordar pequeños e insignificantes momentos que, por alguna razón están allí. Como cuando observaba a una araña: primero tejer su tela, luego esperar pacientemente a su víctima, después envolverla con mucho cuidado y dedicación, para finalmente proceder a alimentarse... La vida pasa de un cuerpo a otro...

Quiero revivir mis sentimientos de mi primer partido de futbol, de mi primer viaje...

También puedo descubrir cada día, tal como se presenta: único e irrepetible. Puedo observar lo que sucede a mi alrededor: como el otoño se apodera de la naturaleza, cómo la gente corre de un lado a otro. Puedo hacerlo, disfrutando de cada actividad, cada sabor, grabando olores y sonidos. Lo haré para este día, cuando quiera rescatar de mi caja de recuerdos todo lo vivido hasta ahora. 

 Natalia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Helen _ Хелен

¡Oh Wagner!

Falsa tristezza_Фальшивая грусть