Tu

Estos días, recordamos y hablamos sobre los que ya no están en este mundo.

Piensas que nunca es un buen momento para decir adiós a una persona querida, a un familiar, a un amigo. Y no importa si se ha marchado por una larga y dolorosa enfermedad o por un accidente. No estás preparado. Aunque veas como la enfermedad lo consume poco a poco y entiendas que así acabará su sufrimiento, no puedes aceptarlo.

No entiendes el porqué, no entiendes cómo y no entiendes por qué tenía que ser el o ella... Te sumerges en un abismo de sufrimiento, donde no llega la luz y no necesitas la compañía de nadie. Quieres estar allí, llorar y lamentar, que nadie te ha pedido un riñón, ni te ha preguntado si estás dispuesto a cambiar tu vida por la de él o ella. No has podido hacer nada para evitar su muerte. No has tenido el presentimiento de que algo malo pudiera pasar. No puedes hacer nada, salvo decirle adiós, sin saber si él o ella te puede escuchar, si hay algo después de la muerte, o si todo se acaba aquí.

Intentas buscar respuestas a las preguntas que nadie sabe contestar. Intentas calmar el dolor, convenciéndote una y otra vez de que no se trata de ti, sino de él o ella. Sufres por él o ella porque no conocerá a su primera nieta, o no llevará a su hija al altar, que nunca será padre o nunca verá el cielo, ya que lo único que ha visto en su vida ha sido el hospital...

No sabes cómo recomponer las piezas de tu alma, y, horrorizado, entiendes que es solo el principio, y que puedes perder más, ya que estás rodeado de personas a las que amas. Le pides a Dios, al Universo, a la Vida, al Destino, que, por favor, no se lleve a nadie más por ahora, porque no te queda más dolor ni fuerzas...

Le dices adiós como puedas... le agradeces que haya formado parte de tu vida, que te haya aportado luz y alegría, que te haya hecho una persona mejor. Esperas que allí donde esté se encuentre bien, porque ha sido buena persona y se ha ganado un sitio en el Cielo. En algún momento, te llega el pensamiento de que verte sufrir le hará sufrir a el o a ella también, e intentas reponerte y dibujar una sonrisa, dedicada solo a esta persona tan especial, y le prometes que vas a estar bien, pero más tarde...

Llegará un momento en que tendrás que decidir, si la dejas marchar o la vas a llevar siempre en tu corazón. No importa lo que decidas, estará bien.

Y cuando por fin salgas de esta oscuridad, te sorprenderá que el mundo sigue girando como antes y que la vida sigue adelante. Que no eres el único que ha perdido a un ser querido y que tiene que aprender a vivir de nuevo.

Te darás cuenta, poco a poco, de que hay gente que te quiere y que te necesita aquí y ahora. Y, mientras no es demasiado tarde, puedes abrazarles y decir que los quieres. Aprenderás a descubrir día tras día que la vida es maravillosa y que no importa, si te lo mereces o no, estás aquí y ahora. Hoy, y mañana ya se verá.

Natalia.


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