Espantapájaros

 

Boceto

EL CUENTO DE UN ESPANTAPÁJAROS

“Llevo cuatro veranos cuidando del huerto de mi amigo Lucas y sus padres para que los pájaros no se atrevan a robar nada de aquí. No es fácil trabajar día y noche, con el sol y con el viento. Lo haría durante más tiempo, pero hoy es mi último día. 

Lucas y su padre están montando un búho mecánico que gira la cabeza y emite sonidos. Él me sustituirá a partir de hoy. 

Me acuerdo de cómo conocí a Lucas por primera vez. Tenía tres años y le preguntó a su padre cómo me llamaba. 

Se acercó a mí, me miró a la cara y dijo:

 - Espantapájalos, soy Lucas, quielo sel tu amigo.

 Me abrazó con todas sus fuerzas y me sonrío.

 Y así fue, éramos muy buenos amigos.

 Lucas era el único que hablaba conmigo y me escuchaba. Me preguntaba si estaba bien, si tenía frío o calor. 

A veces se tumbaba junto a mí y escuchaba mis historias. Le contaba las noticias que traían los pájaros, el viento o las gotas de lluvia y los cuentos sobre países lejanos, sobre las aventuras de las ballenas o viajes de los glaciares.

 Él me enseñaba sus dibujos, me contaba sobre sus amigos y la señorita Margarita.

 Me traía las hormigas, mariquitas y otros bichos, y me preguntaba si me gustaban. Me llevaba las verduras y me explicaba a qué sabía cada una y que la comida de su madre era más rica que la del cole.

 Lucas crece rápido, se hace mayor, ya me llega a los hombros. Desde que empezó el cole este año, ya me visita menos. Me cuenta que tiene muchos deberes y va al taller de dibujo y a básquet.

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Ya han terminado de montar el búho.

 Lucas me enseña un dibujo. Me dice que ese soy yo. Que lo va a colorear y colgar en la pared, para seguir hablando conmigo.

 Me abraza por última vez y me dice:

 - Hasta mañana, amigo.

 Sus padres me descuelgan del sitio que ocupaba durante tantos años y recuperan algunas de las herramientas, que han usado para construirme. La ropa y el sombrero ya no sirven, son demasiado viejos y deshilachados…

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 - ¡Buenos días, Espantapájaros! Espero que te guste vivir en mi cuarto. Esta tarde te colorearé y te colgaré sobre la mesa.

 Lucas tocó mi nariz y guiño un ojo.

 - ¡Nos vemos esta tarde!

 No hay tiempo que perder. Mientras Lucas esté en el cole voy a preparar historias para contarle cuando vuelva”.

 Natalia.

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