En este cautivador cuadro observamos a un hombre que señala al espectador con el dedo índice de su mano izquierda. Su figura aparece rodeada de formas onduladas que se disponen como un halo. Parece hablar sin palabras, hipnotizando con la fuerza de su pensamiento. Su gesto transmite amenaza, reproche o súplica, como si dijera: «Reina de mi corazón, no te vayas. Solo tú me importas».
El contraste entre tonos sólidos y degradados sorprende por su inusual estética y originalidad: el blanco, rojo, marrón y azul dialogan con el naranja, turquesa y mostaza, generando un efecto cromático vibrante y singular.
Natalia.
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