Esta obra de arte sorprende por el fuerte contraste de colores y por la cruz que forma los ojos y la nariz del protagonista. El marrón, denso y oscuro, envuelve la figura casi por completo, dejando algunos espacios en blanco que evocan el desgaste del tiempo, como si se tratara de un fotograma antiguo que comienza a desvanecerse.
La ropa, de tonos claros, contrasta con la
intensidad cereza de las manos. La cruz en el rostro, el alzacuellos que se
intuye aunque no se vea directamente, y las manos entrelazadas en un gesto
sereno y meditativo, nos remiten a la imagen de un sacerdote.
La obra invita a reflexionar sobre la
bendición que supone tener personas en quienes apoyarse: familia y amigos que
están siempre ahí, dispuestos a ofrecer un abrazo cálido sin necesidad de
pedirlo.
Esta pintura ya tiene dueña. Es el precioso
regalo que me hizo Iñaki el día de mi cumpleaños. Me llena de gratitud y
bendición contar con vosotros, mis compañeros de Bluritup.
Natalia.

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