Patria

Lo que me gusta de los dibujos de Iñaki, además de su estética y originalidad, es que todos ellos invitan a pensar. Cada uno de nosotros encuentra algo propio, algo personal. Reflexionamos sobre lo que tenemos o lo que echamos en falta.

El autor usa sus herramientas preferidas: bolígrafo y lápices. Los colores se complementan entre si y se mezclan, logrando efectos inesperados.

En la parte central del dibujo se observa una figura humana, quizás la de una mujer.  

El torso se asemeja a una colina verde por la que discurre un río. Se pueden apreciar los caminos y los árboles. 

La parte derecha del dibujo parece reflejar los primeros rayos del sol, que atraviesan las nubes invisibles y se funden con la ladera.

 

Llaman la atención siete cruces distribuidas de forma aleatoria. A primera vista, se perciben como las cruces de algunas banderas europeas, pero al fijarnos, nos damos cuenta de que esconden caritas y símbolos.

Sobre la montaña se observan reflejos de colores, como un aura, que aportan cierto misterio al dibujo.

Como siempre, encontramos elementos puramente decorativos difíciles de describir. Por ejemplo, en el pelo, en el costado derecho y en la altura del hombro derecho.

También se observan unas líneas dobladas, que tienen aspecto de pájaros en vuelo.

Estos lugares bonitos y cercanos nos traen tiernos recuerdos de la infancia: la familia, el hogar, la gente que habla con el mismo acento, el sentimiento de plenitud que nos invade al pasear por el lugar dónde nacimos. 

Todo esto me viene a la mente al ver este dibujo.

Gracias, Iñaki, por el viaje.

Natalia.