Tres Deseos
El termino Art Brut posibilita categorizar como Arte las creaciones de las personas sin formación en el ámbito de Artes Plásticas. No podemos afirmar que son totalmente ajenos al arte, es imposible quedar aislado de la influencia del arte hoy en día, estamos rodeados por sus infinitas manifestaciones.
Los artistas Art
Brut descubren el arte a su manera, observando sus propias reacciones y las reacciones
de los demás. Este dibujo, podría categorizarse como dibujo infantil, por la
temática elegida y quedaría
perfectamente integrado en la decoración de la habitación infantil o en un
libro de cuentos.
El autor no
pretende reflejar fielmente la realidad, más bien busca una estética
particular, que fascina por el contraste entre la simplicidad de los elementos
y el efecto conseguido.
El cuento podría
ser este:
" En las
inmensas llanuras del País Lejano vivía un campesino. Su vida era como la de
otros, pero varios años de sequías continuas lo sumergieron en una miseria
profunda. Era preocupado por la falta de alimentos, llevaba una semana sin
cenar, dejando la cena a sus cinco hijos. En invierno los niños no podían salir
de casa, ya que compartían un solo par de zapatos y el viejo abrigo de su
padre.
Tal era su
desesperación que con toda su rabia golpeó su azada contra una roca, que estaba
en medio de su terreno. Con horror miró la azada, maldiciendo su insensatez,
podía perder el único instrumento que permitía labrar su tierra.
Al comprobar que la azada seguía
intacta, aliviado, se sentó en la tierra, cubriéndose la cara con las manos,
castigados por el sol y el viento, esculpidos por el duro trabajo.
De repente
escuchó una voz grave: " Gracias por liberarme, te debo tres deseos."
El campesino
levantó su mirada, sin entender lo que estaba pasando. Su mirada perdida por
fin fijó una figura flotante, y algo amarillo, que parecía un reflejo de un
rayo del sol, bailando alrededor de la figura.
- No he hecho
nada, déjame en paz, dijo pobre hombre, sumergiéndose de nuevo en su
desesperación.
- No me escuchas.
Mírame. Ahora sí. Me has liberado de esta roca, ¿la ves? Allí pasé encerrado
mil años, por culpa de esta carita inocente, que adora los líos. Observa su
color amarillo brillante. Está emocionada. No ha sido suficiente
tiempo para quitarle la tontería… En fin, decía, que como agradecimiento por
liberarnos cumpliré tres deseos tuyos.
El Mago esperó
que el campesino asimile sus palabras. Pasó algo de tiempo hasta que el
campesino dijo por fin: “Quiero ser rico”.
- El dinero no
trae felicidad, ni ahora ni hace mil años. ¿Quieres pensártelo mejor?
-No, quiero ser
rico.
A partir de este
momento todo empezó a pasar muy deprisa, como en un sueño. Su familia era rica,
por fin sus hijos tenían un aspecto sano, con mofletes rojos. Su mujer era más
guapa que nunca, los vestidos y joyas alzaban su belleza. Pero su mirada se
hacía cada vez más triste, por la pena de no ver a sus hijos. Los dos pasaban
todo el tiempo fuera de casa, en recepciones y fiestas, tal como exigía su
nuevo estatus. Los hijos estaban bien cuidados por los sirvientes, pero no
sentían el amor de sus padres.
El día que su
mujer estaba en el lecho de la muerte, el campesino llamó al Mago para pedir su
segundo deseo.
-Quiero que mi familia sea inmortal.
-Ten cuidado con
lo que deseas, campesino.
-Quiero que mi
familia sea inmortal, insistió el campesino.
Otra vez todo
empezó a girar en torno a él. No llegaba a comprender por qué toda su familia
le odiaba, si tenían todo lo que les faltaba antes. El tiempo pasaba, todos de
su entorno poco a poco dejaban este mundo, y ellos se sentían cada vez más
solos…
Sin poder seguir
observando esta situación el Mago apareció ante el campesino, proponiéndole
cumplir el tercer deseo.
- No quiero nada,
no he podido conseguir que mi familia sea feliz. Te libero de cumplir el tercer
deseo, no me debes nada.
-Permíteme hacer
lo que tu has hecho por mí.
-Haz lo que quieras.
Ahora, como muchos años atrás, el campesino, se cubrió la cara con sus manos,
esta vez las manos eran aseadas y con anillos de oro y piedras preciosas.
-Voy a devolverte
al mismo día que nos encontramos y te voy a regalar el optimismo, la certeza,
que todo irá bien.
El campesino
levantó la mirada y vio su campo. Con más ganas que nunca volvió a trabajar la
tierra hasta que el último rayo de sol se escondió detrás del horizonte.
En casa le esperaba
su familia. Cuando su hijita pequeña le saltó a sus brazos y le acarició sus
cansadas manos, sintió que ésta era la vida que quería. Observó a sus hijos
corriendo por la única habitación que tenían, a su joven y preciosa mujer mandándoles
a dormir. La certeza de que este año la cosecha será buena y que sabrá como sacarle
mayor provecho, calmaron los latidos de su corazón. Por primera vez en mucho
tiempo estaba completamente feliz.”
Natalia
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