Hombres y hormigas
Este dibujo forma parte de una serie llamada Serie Rosa Coral, cuya característica común es la predominancia del color rosa carne.
Para su
representación, se han utilizado rotuladores y ceras sobre papel blanco.
La imagen muestra
a dos hombres: uno en primer plano, con ojos marrones, y otro en segundo plano,
con ojos azules. Llama la atención la ausencia de pelo y la forma en que se han
representado las orejas, así como los colores elegidos para las fosas nasales,
los labios y las encías.
La presencia de
hormigas no es casual; es el símbolo de Benicàssim, la ciudad del artista.
Contemplando el
dibujo, surgen pensamientos que toman forma de una historia.
"Mi vida es
un viaje continuo; la Tierra es mi hogar, y donde quiera que vaya, la gente me
recibe con los brazos abiertos. Tengo mucha suerte.
En uno de estos
viajes, conocí a la gente de un pueblo de montaña con la que pasé una semana
entera. Me fascinó el carácter de estas personas, muy abierto y respetuoso,
especialmente hacia las hormigas. Para ellos, estos insectos eran sagrados.
Me contaron la
leyenda que se transmitía de padres a hijos: hace más de cien años, las
hormigas salvaron las vidas de todo el pueblo.
Era una noche de
verano. Después de un día agotador de trabajo, todos dormían profundamente.
Pasada la medianoche, la gente comenzó a despertarse; sus casas estaban
invadidas por hormigas. Estos pequeños insectos pasaban por sus cuerpos,
incluso entraban en sus bocas y narices. La gente se despertó asustada, sin
entender lo que estaba sucediendo. El olor a humo llenaba el aire; la montaña
ardía, y el fuego se acercaba peligrosamente a las casas. Las cabezas de
familia comenzaron a gritar, instando a todos a abandonar el pueblo. No se
podía hacer nada; la furia del fuego devoraba todo a su paso. Pero, por primera
vez en este tipo de desastres, todos se salvaron, y todo gracias a las
hormigas.
Desde entonces,
la gente comenzó a cuidarlas, incluso en años secos y difíciles, cuando la
comida escaseaba.
Reservaban una
parte de los cereales para ellas. Los habitantes del pueblo las conocían cada
vez mejor, y hasta el día de hoy, son quienes más saben sobre las hormigas. Han
dedicado cuentos, canciones y bailes en su honor.
Con el permiso de
esta gente, me llevo mucho material para contar al mundo entero su historia.
Este es el regalo
de mi anfitrión, Goran, quien se dibujó a sí mismo junto a su hermano pequeño
y, por supuesto, junto a las hormigas."
Natalia
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