Autorretrato
Es difícil representarse a uno mismo. Implica mirarse sinceramente y enseñarse sin tapujos, tal como uno se siente en ese mismo momento.
En este autorretrato de Iñaki, se utiliza una
mezcla de colores fuertes y tonalidades suaves para obtener un contraste entre
su cara y el fondo. Los colores de fondo incluyen rojo, amarillo, naranja,
negro y verde, sobre los cuales se aplican otros, como tonos difuminados o
líneas de contraste.
Aunque en la cara se observa cierta simetría,
si exploramos más allá de sus límites, ya es difícil encontrarla.
Las líneas también desempeñan un papel crucial
como elementos unificadores. Sin embargo, es difícil determinar si una línea
pertenece al rostro, al gorro o al entorno. Las líneas, en su mayoría curvas y
cerradas, abundan en este retrato, sorprendiendo y confundiendo al observador.
Algunas preguntas intrigantes surgen al
contemplar la obra:
¿Las elipses irregulares que flotan en el aire
representan el sonido?
¿Lo que oculta parcialmente su ojo derecho
podría ser su oreja izquierda?
¿Lo que está debajo de su barbilla y está a
punto de salir es su corazón?
Números, letras y palabras se revelan bajo la
mirada atenta del observador curioso. La expresión del rostro podría
representar el desconcierto, la preocupación o incluso el miedo
“Hoy es el peor día de mi vida, y no habrá
vuelta atrás.
¿Por qué nunca le dije que la quería? ¿Por qué
me conformé con ser su mejor amigo?
Hoy se casa, y no puedo ausentarme de su boda;
sé que no me lo perdonará nunca.
Los momentos compartidos, las tardes de
películas y el café antes de trabajar, todo eso ahora pertenece a su marido. Y
prefiero que sea así. No quiero que sufra por nadie; quiero que sea feliz. Antes
me cortaría una oreja o arrancaría el corazón…
Me pasé la noche recordando los deseos de la infancia,
ahora puedo realizarlos todos. Quería ver el mundo, tener un perro, ser
fotógrafo y conocer mucha gente…
El lunes aceptaré la promoción que me llevará
lejos de aquí. Así, no tendré que inventar las escusas para no quedar con ella
ni su marido.
La maleta ya está preparada…
Mientras pensaba en mi futuro dibujé a mí propio
retrato.
Al observar el resultado, veo el dolor y el
miedo en mi mirada, las vibraciones de la incertidumbre morada que me rodean y
mi corazón que quiere salir volando…
Coloco el dibujo en un sobre, destinado al fondo
de la maleta. Prometo a mi mismo que solo lo abriré cuando encuentre la felicidad.”
Natalia.
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