Tranquila, amiga
La composición del cuadro da mucho en qué pensar.
Se representan dos personas que observan el mismo paisaje, pero lo perciben de formas muy distintas. Una contempla una pradera verde y una montaña bañada por los rayos del sol; la otra, en cambio, solo ve un mar de lágrimas y está sumida en una profunda tristeza.
Ambas miran hacia lados opuestos de una misma realidad.
Sus rostros están pintados y el cabello decorado al estilo de tribus indígenas, como si el autor buscara conectar con nuestro yo más genuino, despojado de la influencia de la sociedad moderna.
El gesto que se representa no es tanto de consuelo como de protección: quiere resguardar a su amiga del mundo exterior. La intención es darle todo el tiempo que necesite para recuperarse y volver a ver el mundo tal como es.
—Tranquila, amiga.
Es un tributo a una amistad que dura toda la vida.
Natalia
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