Hombre-casa
Armado de pocos colores, Iñaki logra
envolvernos en esta escena original, donde las paredes parecen formar parte del
protagonista, como una extensión natural de su ser.
Líneas curvas y rectas se entrelazan en una
imagen cautivadora, atrapada por una mirada directa: fría y cálida al mismo
tiempo.
El personaje te observa. Su boca no tiene
intención de soltar ni un solo sonido.
Es fácil imaginar, por el gesto que ya lo
anuncia, que extenderá los brazos para acomodar las paredes, como si de una
capa se tratase, y así marcharse a establecerse en otro lugar. Uno donde nadie
pueda observarlo.
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