Con sus tonos suaves y una armonía implícita,
este cuadro nos transporta a una historia sobre la búsqueda de la paz interior
a orillas del lago Atitlán.
Los colores cálidos que envuelven a las
figuras acompañan el movimiento de los protagonistas, mientras que los tonos
fríos se reservan para el fondo, generando contraste y una sutil sensación de
profundidad. Las líneas rojas y marrones refuerzan las siluetas, haciendo que
los personajes destaquen entre el color difuso.
Podemos observar a dos amigos practicando
ejercicios que evocan asanas de yoga. La escena transmite la impresión de que
el espacio y el tiempo se han detenido en una paz absoluta.
Natalia.
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