Borja
Es una de estas
caricaturas que llama la atención por su color tan vivo y vibrante.
Como es ya
habitual, se pueden detectar elementos característicos de las caricaturas de
Iñaki: los detalles con cierta asimetría para transmitir movimiento y
perspectiva. Capas y capas de colores forman un inesperado entramado que se
desvela al cambiar el ángulo de la luz: lágrimas, letras y rayos en forma de
halo. Todo invita a explorar el dibujo y adivinar la intención del artista.
“Recuerdo este
día perfectamente. Tenía 24 años, estaba trabajando y con el primer sueldo me
saqué el carné de moto. Era mi sueño desde que tengo uso de razón: conducir una
moto, sentir la caricia del viento y el rugido del motor. Esta sensación de
libertad y exaltación que solo conocen los moteros.
Nunca me
consideré guapo; más bien al revés. Pero ahora, mirando atrás y recordando los
días que parecen haber pasado ayer, me doy cuenta de que sí era guapo. La
belleza era propia de la juventud.
En el colegio, mi
pelo era motivo permanente de burlas. Llegué a odiarlo, pero solo de adulto
aprendí a aceptarlo gracias a mi novia de aquel entonces. Ella amaba acariciar
y jugar con mi pelo, decía que el color era así porque el sol me amaba.
Parece que fue
ayer. Recuerdo cómo nada me asustaba y todo era posible. No había sueños
imposibles; solo eran aquellos que se realizaban más rápido y otros que exigían
más empeño y tiempo. Las ganas de vivir, experimentar, trabajar, disfrutar y
amar se reflejaban en esta mirada inconformista.
Por dentro, sigo
sintiéndome igual, aunque el espejo no miente. Ya no soy el mismo de antes.
Tengo menos pelo y más arrugas; mi cuerpo se cansa más, pero mi mente no para.
Sigo gestionando muchos proyectos, aunque los que me rodean me dicen que
debería disfrutar de los beneficios de la jubilación, viajar y descansar más.
¿Pero cómo podría hacerlo?
Mi mente se niega
a aceptar que he cambiado, se resiste a aceptar lo evidente. Me canso más y me
enfado conmigo mismo cuando se me olvidan las cosas. No quiero detenerme, ya
que tengo miedo de que un día no querré levantarme más.
Quiero sentir la
vida, saborearla, hasta que mi cuerpo me lo permita, hasta que mi corazón deje
de bombear sangre y hasta que mi mente quiera grabar los recuerdos para el día
de mañana.
Guardaré en la
cartera esta foto con los dedos en forma de V de la victoria, para que me
recuerde que solo yo decido cómo quiero sentirme… Hoy tengo 24 años y estoy a
punto de cumplir mi sueño.”
Natalia.
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