Manolito y el polluelo. 21 de marzo día del bosque.
"En una encantadora casa de campo, cerca de un bosque frondoso, vivía una familia. Recientemente, la familia había crecido con la llegada de un nuevo miembro: Amelia.
Manolito, el hermano mayor, se sintió muy
solo. Sus padres estaban completamente absortos por la bebé. Amelia, pequeñita
y llorona, acaparaba toda la atención.
Al principio, Manolito intentó llamar la
atención de sus padres, pero al ver que no le hacían mucho caso, decidió
dedicarse a lo que más le gustaba: construir castillos con piedras, corretear
por el campo, observar las mariposas, dibujar con ramitas sobre el suelo y,
sobre todo, crear sus propias historias.
Le encantaba escuchar las historias que su
madre solía contarle, pero desde que llegó su hermanita, su madre ya no tenía
tiempo para él. Así que Manolito comenzó a inventar sus propios cuentos. Y vaya
que eran fascinantes.
Su imaginación desbordante convertía todo lo
que veía en aventuras mágicas: las gotas de lluvia que escapaban de casa y
saltaban por los charcos, la princesa mariposa atrapada en la telaraña de un
malvado hechicero (hasta que el apuesto príncipe Manuel la rescató), las
hormigas que construían un castillo que llegaba hasta el cielo y los pájaros
cuyo canto despertaba al sol cada mañana.
Manolito era un niño incansable. Sus padres
estaban encantados de que él estuviera ocupado.
Un día, mientras se adentraba en el bosque,
observando el revoloteo de las mariposas en parejas, escuchó un golpe seco y un
piar llamó su atención.
Se acercó al lugar y encontró a un polluelo.
Era diminuto y apenas sostenía su cabecita.
Manolito, con sus manitas regordetas, cogió al
pollito sin querer con demasiada fuerza. El pajarito se sobresaltó y emitió un
quejido.
- Tranquilo, amigo- le susurró Manolito. -El
príncipe te cuidará.
Con sumo cuidado, Manolito llevó al polluelo
hasta su casa. Allí, preparó una cama acogedora para su nuevo amigo. Luego, se
dirigió al jardín para recolectar insectos.
Cuando su padre le preguntó qué estaba
haciendo, Manolito respondió que estaba preparando comida para su amigo. El
padre, conmovido por la imagen de su hijo, lleno de polvo y concentrado en
retener unas cuantas hormigas en sus puños, no pudo regañarlo. En cambio,
ofreció su ayuda para alimentar al polluelo.
Después de alimentar al pequeño, llegó el
turno del baño para Manolito.
A continuación, Manolito con su padre
compartieron la increíble historia con mamá y Amelia. La voz de Manolito
encantó a su hermana, quien sonreía sin parar.
Arrepentidos por haber dedicado poco tiempo a
su hijo, los padres comenzaron a prestarle más atención.
Juntos, construyeron una casita para el
polluelo. Cuando el chiquilín creció y se convirtió en un hermoso pájaro, lo
llevaron al bosque y fijaron su casita en el árbol de donde había caído.
Los cuatro visitaban al viejo amigo en el
bosque con frecuencia, compartiendo inolvidables momentos mientras escuchaban
las increíbles historias de Manolito."
Natalia.
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