Este cuadro nos revela la faceta más optimista de Iñaki. En él observamos a una figura de pie, de la misma altura que el lienzo, que parece disponerse a caminar. Sus piernas aún no se han puesto en movimiento, pero sus manos sí.
Iñaki recurre a distintas técnicas en la
aplicación del color: en la silueta, que por momentos recuerda a los dibujos
infantiles de puntos unidos; en el cuerpo, resuelto con pocas capas de tonos
suaves y uniformes; y en el fondo, que divide visualmente la obra en dos
partes: a la izquierda, un amarillo anaranjado, y a la derecha, un marrón.
Ambos colores han sido aplicados con rapidez, dejando zonas en blanco.
Destaca el juego de Iñaki al representar las
cosas de forma original, invirtiendo la lógica del mundo que conocemos.
La luna, o quizás el sol, proyecta su luz en
la parte izquierda, que corresponde al frente de la figura. La sonrisa del
personaje y su postura transmiten esperanza y alegría, sensaciones que se
refuerzan con la pequeña carita situada en la parte inferior del cuadro.
Natalia.

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