En esta obra
observamos cómo el artista juega con las formas, el equilibrio y el espacio,
desafiando nuestros sentidos y nuestra experiencia vital. La composición se
convierte así en una metáfora visual del flujo de energía, la calma interior y
el delicado equilibrio entre la fuerza y la suavidad.
El mensaje se intensifica a través del color: el amarillo evoca la
energía vital en expansión; el rosa suave, la serenidad emocional; el rojo, el
calor interno generado por el movimiento lento y controlado; y el verde, el
equilibrio entre la acción y la relajación.
Las pinceladas, cortas, visibles y superpuestas, sugieren un flujo
energético continuo, semejante a la respiración del taichí. Las pinceladas
direccionales acompañan la forma del cuerpo y transmiten una visualización
pictórica de la energía que fluye a través del movimiento.
Natalia.

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